Chalotes glaseados con Marsala
Las chalotas te salvan la vida cuando no sabes con qué cocinar y una vez glaseadas pueden ser un aperitivo o guarnición.
Piense en los chalotes como un coro de voces blancas y traviesas: son una cosa (ajo) pero básicamente se comportan como otra (cebolla). Una vez glaseadas, pueden ser un aperitivo o guarnición, te salvan la vida cuando no sabes con qué cocinar, por ejemplo si eres intolerante a Allium Cepa (¡siempre cebolla!) O si esta última ya está terminada. Un chef del calibre de Carlo Cracco incluso ha dedicado un libro a las chalotas (si quieres estar fresco, usa chalotas, Rizzoli).
Los chalotes tienen el hábito pestífero de deslizarse hasta el fondo de la canasta de olores y hacer "¡cuco!" sólo cuando hayas rebuscado debajo de las patatas, habrás hecho rayas negras de tierra bajo las uñas y ya habrás pensado en jugar al vecino.
Al fin y al cabo, el hecho de que se llamen Allium Ascalonicum de la ciudad filistea donde nació Herodes y que, de la misma etimología, viene la mala suerte -la negra- de cuando la última tienda de alimentación te cierra la puerta en la cara a las 19. y las 30 en punto. Sin embargo, si esto te sucede, piensa en la heroína de Tennyson , la Dama de Shalott , que murió de amor en su islote, cuyo nombre recuerda demasiado a los chalotes (chalotes en inglés): quién es , por tanto, ¿el más infortunado?
Ingredientes
- 36 chalotes
- 40 g de mantequilla
- 6 dl de Marsala seco
- 2 dl de caldo de verduras
- 120 g de miel de acacia o de flores silvestres
Método
- Caliente la mantequilla en una sartén grande de fondo grueso.
- Dorar las chalotas hasta que tengan un color dorado, luego agregar los demás ingredientes y mezclar bien.
- Cocine a fuego muy moderado, hasta que el líquido se espese. Tardará aproximadamente una hora.
- Sal si es necesario. Sirve las chalotas calientes.
Si la receta te inspira pero las chalotas no, reemplázalas con cebollas Boretane.
(La historia y la receta están sacadas de En la cocina con tacones de aguja, Guido Tommasi Editore)