¡En el Po todavía quedan rastros de pesticidas prohibidos desde hace años!

Una historia emblemática: todavía estamos pagando por el uso de pesticidas hace más de un cuarto de siglo.

Aunque han estado prohibidos durante años, algunos pesticidas todavía están presentes en el río Po. Piense en la terbutilazina , que en 2014 se encontró presente en más del 40% de los puntos de monitoreo de las aguas superficiales y en casi el 6% de los de las aguas subterráneas . Lo mismo ocurre con otro pesticida: el metabolito desetil-butilazina . Incluso la atrazina, prohibida desde hace 25 años , todavía se detecta, aunque en concentraciones mínimas .

La concentración de un plaguicida en el Po, al menos a la mitad, lleva al menos ocho años. En la cuenca del río, sin embargo, la atrazina no solo se mantiene estable, sino que también registra niveles cuatro veces más altos que en los cursos de agua. Esto se debe a que en las aguas subterráneas no existen tales mecanismos de degradación de los cursos, por lo que los tiempos de renovación del agua son extremadamente lentos.

Esta triste situación de las aguas del Po es señalada por Ispra, a través de un monitoreo iniciado en 2003 , titulado “Sostenibilidad ambiental del uso de plaguicidas - Cuenca del Po” . El estudio también revela cómo mezclas de diferentes sustancias también están presentes en las aguas del Po.

Aunque estos herbicidas llevan años prohibidos (atrazina, simazina, alarlo), su eliminación es lenta . Más de lo que se estima cuando se autorizan. Para algunas sustancias consideradas "extremadamente preocupantes", no existe un umbral de seguridad para la salud y el medio ambiente: son sustancias cancerígenas, mutagénicas y tóxicas para la reproducción (CMR), sustancias persistentes, bioacumulativas y, finalmente , de disruptores endocrinos. La atrazina, por ejemplo, es un disruptor endocrino.

En conclusión, con este estudio de décadas, Ispra quiere invitarnos a reflexionar sobre el hecho de que la autorización de plaguicidas no solo debe tener en cuenta los límites legales, sino también la capacidad del ecosistema para deshacerse de ellos y soportar factores de estrés antrópico.

El hecho de que en el Po sigan existiendo sustancias que fueron prohibidas hace un cuarto de siglo, demuestra cómo la Naturaleza lucha por deshacerse de ellas.

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