Crisis de la mediana edad: cómo superarla

Apreciar el tiempo que pasa, en el cuerpo y en el alma, ayuda a no tener miedo de envejecer.

Crisis de la mediana edad: cómo superarla

Apreciar el tiempo que pasa, en el cuerpo y en el alma, ayuda a no tener miedo de envejecer.

La crisis de la mediana edad aguarda amenazadoramente en el umbral de la famosa "anta": para los hombres puede estar cerca de los 50, mientras que para las mujeres ataca un poco antes o con frecuencia junto con los cambios de la menopausia. Para superarlo es importante recordar que es una de las fases naturales de la vida que recuerda el paso de los años, pero también se enriquece con el bagaje de experiencias.

Aprende a apreciar el paso del tiempo

Cuando nos damos cuenta de que tenemos menos energía o menos destreza física solemos recurrir a la ilusión de una segunda juventud, intentando eliminar unos años con intervenciones médicas o con un rejuvenecimiento de hábitos. Esto es cierto para las mujeres, pero especialmente para los hombres, que hacen flaquear su autoestima ante los primeros signos de "madurez". En cambio, la fragilidad debe superarse gracias a la mayor fuerza interna acumulada . Y si prefieres que te "apoyen" con algunos pequeños retoques, debes hacerlo con tranquilidad y sentido común. El objetivo principal debe ser vivir plenamente este período y disfrutar de la plenitud que puede dar, no convertirse en una copia sintética del recuerdo de cómo se fue.

Tarde o temprano pasará?

La crisis de la mediana edad tarde o temprano podría pasar por sí sola y por ello es importante no dejarse influir demasiado: reflexionar sobre las cosas buenas, disfrutar de las satisfacciones profesionales y apreciar los objetivos conseguidos, aunque se logren con alguna lesión y sin pánico. Debemos evitar mirar al mundo exterior con prejuicios:todo el mundo se ve mucho más joven y más bello, pero es el pesimismo lo que nos hace mirar lo que nos enferma, porque tal vez recuerda el avance de la vejez. Ampliar las perspectivas será útil para no destruir la autoestima derivada de la propia apariencia, pero hay que hacerlo sobre todo para estar sereno. Los cambios naturales e inevitables del cuerpo no ayudan: el cabello se vuelve gris, los tejidos están menos tonificados y se notan arrugas inesperadas al mirarse en el espejo. En estas circunstancias basta reflexionar sobre las transformaciones que no necesariamente significan el fin del sex appeal: el encanto viene de muchos aspectos y con la experiencia el lado físico adquiere un valor muy particular . Anna Magnani ella defendió con firmeza sus arrugas, alegando que había trabajado toda su vida para que vinieran. En cada pequeño signo se esconde de hecho un acontecimiento, una sonrisa, un sentimiento que, si se recuerda, protegerá de la depresión.